El Trasgu
El Trasgu es un duende domestico, vivo e inquieto, que se introduce en las viviendas y hace las tareas domesticas dejando, unas veces todo arreglado y cada cosa en su sitio, y otras, cuando esta de mal humor desordenando y rompiendo cacharros, creando confusión.
El Trasgu es un duende domestico, vivo e inquieto, que se introduce en las viviendas y hace las tareas domesticas dejando, unas veces todo arreglado y cada cosa en su sitio, y otras, cuando esta de mal humor desordenando y rompiendo cacharros, creando confusión.
Si actúa de noche suele alterar el
sueño de los habitantes de la casa y molesta al ganado en las cuadras. Es muy
pequeño y simpático, viste de rojo, lleva en la cabeza un gorro, también rojo, tiene
rabo y cuernos, a veces esta cojo y tiene en su mano izquierda un agujero.
El lugar preferido del Trasgu es el
llar
de la cocina y disfruta bajando y subiendo por las calamiyeres (cadenas que
cuelgan del techo sobre el llar).
A veces el Trasgu es tan travieso
que consigue que los habitantes de la casa, hartos de sus diabluras, decidan
trasladarse a vivir a otro lugar, pero es frecuente que este pequeño ser
mitológico, se mude también con ellos y lo haga diciendo: Yo también ando de casa mudada.
La fórmula para librarse de su
presencia molesta es ponerle en un lugar de la casa un copin de llinaza para
que lo coja, cosa que no podrá hacer por tener agujereada la mano, mandarle
traer agua del mar en una cesta o convertir en blanco un pellejo de carnero
negro, tareas imposibles de realizar, ante lo cual acabara marchándose.
La Guaxa
La Guaxa es una vieja seca,
arrugada, con ojos en cuyo fondo brilla la malicia. Donde hay un niño bien
alimentado, un mozo sano, una muchacha hermosa y fuerte, entra la Guaxa por la
noche y con el único diente que tiene les abre una arteria durante el sueño, y
chupa su sangre con delicia.
Se ha llegado a comparar la Guaxa
con los vampiros, aunque la Guaxa es más cruel porque no se contenta con
debilitar a sus víctimas, sino que las mata. La Guaxa no los deja hasta que
acaba con ellos, a menos que no la
ahuyente a tiempo un amuleto, un exorcismo o un milagro.
Cuando alguien desaparecía sin
dejar rastro, se decía “Comiolu la Guaxa".
El Nuveru
Gobierna las nubes a su antojo provocando el granizo, el rayo y la
tempestad. Mirando al cielo en días de tormenta, podemos ver cabalgando sobre
las nubes, un ser de rostro feo y oscuro, a veces de gran tamaño, otras veces
diminuto, con una tupida barba blanca, vestido con pieles y andrajos y con un
sombrero de grandes alas que le cubre la cabeza. Es el Nuberu y, si observamos
atentamente, podemos llegar a verlo sentado en el Picu Pienzu y otras cumbres
del Sueve. Su presencia suele acarrear males y perjudicar las cosechas de los
campesinos.
Para enfrentarse a la presencia del
Nuberu se recurre en ocasiones al sacerdote, que lo conjura mediante oraciones
y trazando cruces en el aire con un Hisopo. Otras veces el conjuro se realiza
colocando en un espacio abierto frente a la casa determinados objetos
dispuestos en forma de cruz, encendiendo una vela, poniendo el carro o el pote
al revés, un hacha o cuchillo con el
filo hacia arriba, mojando ramas de laurel en agua bendita y haciendo
aspersiones contra la nube, quemando laurel, o tocando las campanas.
El Diañu Burlón
El Diañu Burlón es un demonio bromista
que se dedica a engañar a los campesinos. A veces, sus acciones tienen un aire
siniestro e intrigante. En ocasiones, aparece como una nube en forma de cabrito
que pasa berrando, otras se confunde con el Trasgu.
En cualquier caso, la fórmula para
espantar a este singular personaje es decir: -¡ Arreniego’l diablu, con lo que sale huyendo.
Una leyenda recogida en la
zona cuenta, que un paisano de
Sales en Colunga, a la hora de
marcharse a su casa, noto que le faltaba una novilla. Fue a buscarla al monte y
empezó a llamarla: -¡Toma morena!..., al
momento escucho al Diañu repitiendo sus palabras -¡Toma morena!..., Tres horas duró la persecución de la morena,
y cuando al fin la recuperó, bastante cabreado se la echo al hombro, pero
cuando ya estaba muy cerca del corral, el animal se le escapo. Se oyó entonces
una carcajada burlona y la voz del Diañu que decía: -¡Je, Je, Je, que te mexuque!, -¡Ji, Ji, Ji, que mexe per ti!, y cuando
se palpo la ropa, estaba en efecto tan mojada como si se hubiera caído al rio.
También el Diañu Burlón hace
de las suyas en los puertos de mar. Coge unas redes, se pone a caminar sobre
las aguas y en cuanto ve una barca, se planta delante de ella, extiende las
redes y se hace con toda la pesca, en cambio los pescadores no consiguen
atrapar ni un solo pez, y adivinando la presencia del Diañu que se lleva todas
las capturas, se dedican a insultarlo.
Las Xanas
Las Xanas son pequeñas diosas que
viven siempre cerca de las aguas; en fuentes, ríos, pozos, lagos o cuevas
cercanas a los cursos de agua. Son jóvenes, bellas y muy hacendosas, por ello
es frecuente verlas lavando y tendiendo la ropa, hilando para obtener maravillosos
hilos de oro, peinándose sus rubios cabellos con un peine también de oro, danzando
y cantando.
Les Xanes poseen riqueza y tesoros
que suelen ser siempre una recompensa con la que premiar a quien logre
liberarlas del encantamiento que padecen. Durante el solsticio de verano, es
cuando mejor se puede aprovechar su magia. Cuentan que en la fuente Cambroña, próxima a la playa de La Isla,
viven doce doncellas moras (se llama así a las xanas) presas de un conjuro.
Cada año en la noche de San Juan, salen de su cueva buscando quien las libere
del hechizo que las mantiene prisioneras.
A veces la xana posee ganado que
estará dispuesta a regalar a algún campesino o campesina siempre que estos
cumplan ciertas condiciones impuestas por ella. Es habitual verlas con una vaca
y su xatin (ternero), con un caballo, o con gallinas y sus pitinos (polluelos).
Otras veces la xana aparece como
ladrona de leche materna. Así ocurrió a una vecina del concejo de Colunga que,
para ir a trabajar al campo, dejaba a su hijo acostado en el trubiecu (cuna que
generalmente puede mecerse). Un día, cuando regreso del campo, encontró en el
sitio de su hijo un niño muy pelosu. Y la mujer dijo así: Alguna xana llevo el
nenu mío y dejo el suyu porque ella non trae llechi y quier que yo-y de de mamar,
pero aunque llore de fame tres meses siguios la teta mía non la chupa ¡Non maldios!.
Al poco tiempo, el niño empezó a
llorar fuertemente. Y cuando la xana lo oyó dijo a la mujer: Amamanta y ania a ese nenu, bien se conoz que
tuyu non-e. Y viendo que la mujer no le
hacía caso, acercose a ella diciendo: Toma tu mocosin y dame el mío pelosin.
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